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Los pueblos mapuches han sido discriminados desde la llegada de los españoles a nuestras tierras hasta la actualidad; hoy en día nos vamos dando cuenta que esto es un problema realmente complejo, un conflicto que va más allá de lo social, lo económico y lo cultural.
Cada día el conflicto con el último resquicio de la verdadera cultura nativa chilena se va agrandando y es adaptado por la prensa nacional, donde nos muestran a un pueblo violento que ataca a los carabineros indiscriminadamente y a autóctonos que hablan en contra del estado y del mandato, cuando en realidad somos nosotros los que lanzamos la primera piedra al manipular, por ejemplo, nuestros textos de historia que se enseñan en el colegio y además al segregarlos en el trabajo, pues les cuesta conseguir empleo por su apariencia y por su apellido.
El gobierno chileno se jacta de haber entregado territorios a los mapuches, siendo que éstos no abarcan más de una hectárea por familia, y al ser un espacio tan reducido es imposible dejar tierras a los descendientes y además es imposible labrarlas porque les devuelven tierras infértiles. También son forzados a vender sus tierras a precios muy bajos. Incluso los terrenos y los pobladores son víctimas del racismo ambiental, pues los municipios van a tirar sus basuras a no más de 100 metros de distancia de las casas y escuelas de ellos, provocando plagas de ratones y enfermedades a los pobladores: Según un estudio realizado por el Observatorio Indígena y la Red de Acción por los Derechos Ambientales, alrededor de 93 familias y más de 3000 personas son afectadas por la contaminación que producen los vertederos en la IX Región.
La educación de los niños mapuches es paupérrima. Los establecimientos educacionales ubicados en las cercanías de sus territorios sólo llegan hasta octavo básico, teniendo que vender sus bienes para poder terminar el cuarto medio lejos de sus familias, y cuando logran entrar a éstos no pueden hablar su mapudungún porque sólo se habla el español, perdiendo poco a poco su lengua.
El pueblo mapuche sólo desea mantener su cultura intacta y recuperar lo que le pertenecía en el pasado, pero son mostrados a la sociedad de una manera errónea. Nosotros tenemos gran culpa de esto pues no les damos buenos espacios de integración, y esto provoca una falta de valoración de las tradiciones y herencia cultural de parte del resto de la población chilena hacia nuestros ancestros mapuches.