En esos tiempos en los que estabamos todos, no faltaba nadie en la mesa. Ahora descansan en el pasto frío y húmedo; La madera se pudre. Menos arrugas, menos centímetros, menos canas y más sonrisas. Todo más sencillo. Cuando el rojo, el azul y el amarillo eran los mismos, y las témperas se secaban y opacaban al mismo tiempo, y echabas témpera encima para que siguiera brillando y no te dabas ni cuenta que después se notaba la mancha sobrepuesta.
Tu retrocedes cuatro pasos y yo avanzo dos hacia tí. Y nos mantenemos a esos dos pasos, sin cruzar palabras.